Xxx sexo Engañando al coloso (SEX)

6

Xxx sexo
Los sitios de compra y venta on line son maravillosos, ya que ofrecen la posibilidad de negociar a distancia y rápidamente. Ese era el caso de Juan, que buscaba vender su teléfono de alta gama y su notebook para comprarse una tablet y una notebook aún más nueva. Tuvo muchas ofertas por ellos, pero le interesó el de una chica, que vivía relativamente cerca y le ofrecía hacer el negocio en forma personal, sin envíos por correo ni nada por el estilo. Colocó todo en su bolso y partió rumbo a la casa de Marisa, que así se llamaba la compradora. Durante el trayecto él intentó imaginársela, incluso llegó a pensar en invitarla a salir si es que ella estaba buena. Casi no se dio cuenta que había pasado casi media hora conduciendo enredado en sus imaginaciones.

Cuando Marisa lo atendió, ella superó todas sus expectativas. Marisa era de baja estatura aunque no tanto, su cabello negro y lacio desplegaba un flequillo rebelde en su frente que amenazaba con tapar sus negros y enormes ojos. Delgada, atlética y muy bien formada, confirmaba su afición a los ejercicios con una ajustada calza gris, una zapatillas y una campera de gimnasia. Hasta en su muñequera lucía una muñequera de toalla.

-¿Juan? ? preguntó ella con aire determinadamente inocente

-supongo que sos Marisa- respondió él

La sonrisa de ella le confirmó a Juan que le había causado una buena impresión.

-pasá por favor- dijo ella como despabilándose de pronto

Juan adquirió una pose de hombre de mundo, de tipo que sabía lo que hacía.

-estas son las cosas- dijo mientras apoyaba en una pequeña mesita su teléfono y su notebook.

-¡ay, yo entiendo poco de esto!- se excusó ella cándidamente

-mirá, el teléfono está liberado, tiene androide, y una memoria de 8gb., la compu está como nueva, incluso la batería te dura como dos horas- demostró él.

Obviamente que no estaba dispuesto a perder demasiado tiempo, dando las características de los aparatos que ya había publicado. Juan observó que ella lo miraba directamente a los ojos.

-esta mina quiere pija, y yo le voy a dar- pensó él para sus adentros.

Pero todos sus planes parecieron desmoronarse en un segundo, pues un tipo grandote de casi dos metros (aunque parecía de tres y medio) apareció por una puerta interna.

-me voy a lo de mi vieja- dijo el tipo gravemente

-amor, éstas son las cosas que quiero comprar- dijo ella

Él pareció ignorar las palabras de Marisa, pero antes de salir se detuvo y la miró

-no me rompás las pelotas, si te gustan compralas y listo, vuelvo en un par de horas- dijo él.

A juan le pareció que hasta los muebles habían vibrado un tanto con la voz del tipo.

La luz y la magia que Marisa había desprendido en un principio pareció cerrarse junto con la puerta que el tipo acababa de cerrar.

-a veces se pone un poco nervioso y me trata un poco mal- se disculpó ella con una sonrisa un tanto forzada.

-perdoname que me meta, pero no te dejés tratar así- exclamó Juan en un claro intento de consolar a Marisa.

-pero él a veces es bueno, soy yo la que lo pone así- respondió ella

-vos necesitás un tipo que te haga sentir lo que sos, una reina, la reina de la casa- agregó él

Casi sin darse cuenta, Juan se había acercado a ella, que casi con el llanto en los ojos buscó refugio en su hombro. La caricia en la cabeza fue inmediata, y el corto y suave beso fue instantáneo. Ella respondió dócilmente dejando que el beso se repitiera, esta vez más extenso y efusivo. De pronto ella interrumpió toda acción.

-esto está mal, ¿ves que soy yo la culpable?- dijo ella y se puso de pié

Juan quedó obnubilado por lo fácil y rápido de la conquista

-esperá, yo no quise?-intentó argumentar él

-¿te sirvo un café?- ofreció ella cortando el tema repentinamente

-bueno, dale- aceptó Juan mientras ella desaparecía rumbo a la cocina.

Juan se tomó unos instantes para mirar el ambiente. Primero se imaginó tomando a Marisa sobre el largo sillón donde se encontraba, luego su mente lo llevó a uno de los sillones individuales que se interponían entre la mesa donde estaban sus cosas y la puerta de salida. A continuación pasó a la larga mesa a pocos pasos de allí, perfecta para que ella se colocara boca abajo mientras él bombeaba desde atrás. Definitivamente esa posición le gustaba más. Se puso de pie, y decidió esperar a Marisa cerca de la mesa, para ganar esa posición si es que algo se daba entre ellos.

Casi se cae de espaldas por la sorpresa cuando la puerta de la cocina se abrió. Marisa apareció totalmente desnuda, y con una sonrisa enorme en su rostro. Juan se quedó en silencio, obnubilado por la hermosura de ella. Su cuerpo era perfecto, sus tetas simplemente hermosas, duras y paradas, ni muy grandes ni muy pequeñas. Ella se dejó admirar, incluso dio una vuelta para que él admirara su culo, también duro y parado debido a la combinación de juventud y ejercicio.

-¡sos hermosa!- dijo él totalmente abrumado.

Ella apartó un mechón que insistía en caer sobre su rostro.

-vos un dulce- dijo mientras se acercaba lentamente a él

Marisa se arrodilló ante Juan, y diestramente desprendió el pantalón, dejando a la vista su pija totalmente agarrotada.

-Y a los dulces hay que saborearlos lentamente- agregó Marisa.

Sus labios hicieron contacto suavemente con la cabeza de pija, enrojecida por la erección. El pequeño beso fue seguido por una lengueteada delicada e igualmente suave.

-que deliciosa pija que tenés- dijo ella

Juan admiraba en silencio lo que sucedía.

Marisa se entregó a chupar, sus labios cubrían y liberaban la verga con una extraordinaria habilidad mientras sus enormes ojos negros se elevaban hacia él.

-necesito un hombre como vos- agregó ella

-no sos una reina, me equivoqué, sos una diosa- exclamó él

Marisa premió a Juan con una larga chuapada, donde por unos segundos dejó la pija inmóvil en su boca mientras continuaba mirándolo a los ojos. Luego con expresión de fantástico éxtasis liberó la verga de su boca mientras sus uñas hacían delicadas cosquillas en los huevos de Juan.

Unos suaves estertores casi empujan a Juan a una acabada instantánea, pero fue él mismo quien interrumpió a Marisa, haciéndola poner de pie. La colocó en la posición que él mismo pensó un momento antes. Hizo que ella se apoyara sobre la mesa, con sus tetas aplastadas contra ella, dejando su hermoso culo en alto. Al principio Juan colocó su verga entre las piernas de Marisa, para frotarla contra su raja. Ella respondía los movimientos de igual forma. La visión del perfecto culo de Marisa en armoniosos movimientos contra él le proporcionaron a Juan una nueva sensación de orgasmo improvisado. Decidió penetrarla, buscó con su mano enfrentar la cabeza de su pija contra la raja de Marisa, ella levantó una de sus piernas para facilitarle la tarea. La verga ingresó fácilmente en la ya húmeda cavidad. Marisa volvió a bajar su pierna, ahora ejercía una suave presión con sus aductores mientras Juan, la tomaba de la cintura.

-que durita que está- exclamó ella

-vos hacés que se ponga así- agradeció Juan

-dame pija, por favor dame pija- rogó ella

Juan inició una serie de salvajes empujones, haciendo que las nalgas de ella estallaran una y otra vez contra su pelvis.

-que bien me cojés, sos maravilloso- dijo Marisa

Juan bombaba como loco, entraba y salía de ella enloquecidamente una y otra vez.

Por momentos las manos de Marisa intentaban aferrarse al borde de la mesa, como para no caerse mientras ella exhalaba con fuerza en furiosos jadeos de placer.

-no dejés cogerme, por favor- rogaba ella

Juan arremetía furiosamente una y otra vez, con fuerza inusitada

-partime, dame esa verga maravillosa- continuaba diciendo ella entre gemidos y quejidos.

Al pricipio Marisa dio un suave grito, que luego se repitió más extenso y potente.

-¡me estás cogiendo?estoy acabando!- exclamó ella a viva voz mientras daba dos fuertes golpes sobre la mesa.

Juan comenzó a acabar, se derramó abundantemente dentro de ella mientras sus movimientos se incrementaban hasta un ritmo casi enloquecido.

Los graves gemidos de él se mezclaban con los quejidos de ella que inundaban toda la habitación.

-¡que buen polvo!- dijo ella mientras repetía los dos golpes en la mesa en clara señal de satisfacción.

Juan extrajo su verga aún dura, Simplemente Podría haber cogido a Marisa toda la tarde, y ahora iba por su hermoso culo. Enfrentó la cabeza de la pija con el glorioso orificio anal de Marisa, comenzó a pujar mientras ella miraba por sobre su hombro, su rostro temeroso parecía rogarle piedad.

-te voy a hacer esa cola hermosa que tenés- dijo él

-¿me..vas a hacer la cola?- preguntó ella mientras su rostro adquiría aún más temerosidad.

Juan fue sumamente cuidadoso, su endurecida verga ingresaba lentamente en el delicado culo de Marisa, mientras ella daba nuevos golpes en la mesa con la palma de su mano.

De pronto la puerta de entrada se abre, la luz del sol pareció oscurecerse con la sombra del gigante que ocupaba todo el vano de la puerta.

-¿Qué estás haciendo hijo de puta?- la voz tronó en la habitación.

Juan quedó petrificado, su pija perdió toda dureza en un santiamén.

-yo?yo- intentó hablar, pero de su boca no salió una sola palabra coherente.

El tipo blandía un palo en su mano y ya comenzaba a acercarse a él. Rodeo la mesa liberando el camino de escape más directo hacia la puerta. Simplemente Juan corrió hacia la libertad y la salvación mientras el pesado tipo intentaba darle alcance. Las cosas que Juan traía quedaron sobre la pequeña mesa ratona mientras él cerraba la puerta con parte de sus ropas en sus manos.

-te voy a matar, te agarro y te parto en dos- maldecía el engañado marido al aire.

Una vez cerrada la puerta, el tipo giró hacia Marisa, pero su gesto ya no era de rabia.

-que bueno que estaba el chabón- dijo él con voz bastante más suave.

-y como me cogió, ni te cuento- dijo ella riendo

-que te conste que dí un tiempito más- agregó el grandote

-si, y casi me rompe el culo- respondió ella

-bueno, me hubieras dejado a mí, yo lo aceptaba con gusto- rió con ganas él

-son las ventajas de vivir con un amigo gay- exclamó Marisa.

Aún totalmente desnuda fue hasta la mesa ratona, tomó el teléfono y se lo extendió al inmenso hombre.

-acá tenés tu parte- dijo Marisa riendo

-y estas son las ventajas de vivir con una amiga tan puta como vos- la mano del coloso se volcó hacia un lado con la palma hacia arriba para recibir el teléfono.

-para colmo, podés creer que me olvidé de lubricarme el culo, ¡casi me parte!- dijo ella mientras se perdía rumbo a su habitación.

Cuentan algunos vecinos que vieron a Juan correr a muchas cuadras de distancia de la casa de Marisa. Jamás volvió por sus cosas.

tetas

todos mis post
Tags: relatos,puta,hermosa,tetas,Culo,ama de casa

Comments

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *